Las diferentes religiones suelen plantear la existencia de una vida después de la muerte; una vida eterna en la cual se nos remunerarán los actos buenos que hicimos en la tierra o se nos castigará por aquello malo que llegamos a hacer. Hemos sido enseñados a creer en la existencia de un paraíso y un infierno para "regular" en cierta forma nuestro comportamiento ante la sociedad. Sin embargo, yo no estoy de acuerdo con este concepto de la religión que nos dice que hasta el día que dejemos de respirar veremos las consecuencias de lo bueno o malo que hagamos durante nuestra vida. Yo creo firmemente que cada ser humano construye su paraíso o su infierno y lo vive día a día en la tierra.
Si bien muchas veces no tenemos poder de manipular las tragedias esenciales de la vida: enfermedades, fallecimientos, rechazos, desastres naturales, accidentes, etc.; si tenemos manera de manipular nuestra reacción ante todo lo que nos pasa directamente o sucede a nuestro alrededor.
Desafortunadamente, una vez más el ser humano demuestra su habilidad en aprender a hacer las cosas malas mucho más rápido que las buenas; y así fue como juntos todos los seres humanos del mundo hemos puesto nuestro granito de arena para contribuir a crear un infierno en el mundo que vivimos.
Parece momentáneamente que todos estamos unidos al ver como un huracán arrasa con algún lugar del globo terráqueo; juntamos víveres, donamos ropa, compartimos información de albergues, compartimos tweets, compartimos status, compartimos Snapchats, compartimos instagrams, compartimos, compartimos, compartimos y sin darnos cuenta conforme los likes comienzan a llegar como resultado de nuestra "buena voluntad", aquella necesidad de ayudar se volvió en necesidad de hacer "fit in" en el tema de la semana.
Hoy no sólo veo con tristeza lo que lamentablemente pasa en las ciudades más glamourosas del mundo, pero también veo lo que pasa en aquellas ciudades que no suelen estar en nuestra "bucket list" de viajes. Mientras escribo estas palabras salta a mi mente la frase "en mis tiempos se hacía el bien sin mirar a quien"; lo cual traduzco a la era millenial como "en mis tiempos se hacía el bien sin postear a quien". Si bien las redes sociales nos pueden unir para juntos crear una cadena de solidaridad, también pueden volver banal un tema delicado y real en el que todos están posteando y haciendo hashtags, pero pocos son los que apartan sus dedos del celular para hacer algo en realidad.
Oremos, pero oremos sin postear, oremos no por un lugar, oremos por las personas. Oremos porque dejemos de ser los arquitectos de nuestro propio infierno, cuando juntos podemos construir un paraíso. Oremos por los que mueren injustamente tanto en la ciudad de la luz, como en suelo azteca. Oremos por qué la humanidad encuentre su camino de regreso a su casa, de regreso al ser humano.
xoxo
-F
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