Cuantas veces nos hemos obsesionado con un libro? Ya sea el romanticismo de un amor eterno entre un anatómicamente perfecto vampiro y una simple mortal, o la incertidumbre de saber si sobrevivirá tu personaje favorito dentro de una sociedad futurista donde la ley de Darwin es lo que rige su día a día. Ese sentimiento de "no se si vivirán felices para siempre o los acuchillaran saliendo de la regadera" es lo que nos mantiene a la orilla de nuestro asiento prendados de un montón de páginas encuadernadas, deseando que dicha historia no llegue a su fin. Así como en los libros de Shakespeare, el drama es aquella especie que nuestro cerebro produce y condimenta nuestra vida, sin importarnos las alergias que muchas veces serán resultado de la sobreexposición a este letal ingrediente.
George Bernard Shaw dijo "La juventud es una enfermedad que se cura con los años."; y aparentemente uno de los síntomas de esta implacable enfermedad es la afición por el factor drama - o en cristiano; nos encanta ser "Drama Queens or Kings" - parece ser que durante la adolescencia en especial la confusión nubla nuestra razón y terminamos muchas veces volviéndonos imitaciones baratas de Regina George (Mean Girls). Existen tantas situaciones por las cuales pasamos diariamente y que son tan sencillas y cotidianas que suelen volverse insípidas ante nuestro delicado paladar emocional, que es justo ahí cuando sin darnos cuenta nos empeñamos en crear "condimentos mentales" que nos hacen volver cada momento más interesante y digno de una telenovela del canal de las estrellas en horario estelar.
Usualmente este modus operandi suele suceder cuando nos empezamos a hacer mentalmente una tragedia griega en la que juramos conocer exactamente el final de la historia que estamos viviendo en el momento, y decidimos "adelantarnos" a los hechos tomando acción por nuestra propia cuenta para evitar lo que según nosotros pasara irremediablemente.
Este delirio de egresados de Howgarts, queriendo adivinar el futuro es lo que muchas veces nos llena de momentos que no debieron existir y nos damos cuenta que si hubiéramos dejado a nuestra vida tomar su propio curso otro gallo nos hubiera cantado.
A este fenómeno yo lo llamo "Teoría de En el Peor de los Casos"; y se refiere a esta necesidad que tenemos por evitar momentos desagradables que nos hace tomar acción y detener en seco situaciones que aún no han sucedido y que creemos no serán placenteras para nosotros. Es tan fácil como el recordar las veces que nos hemos negado a probar algún platillo porque visualmente no lo encontramos apetecible, y por ende decidimos deliberadamente que no vale la pena el tratar de degustarlo y averiguar si efectivamente es de nuestro gusto o no. Pues de esta misma manera podemos ver ciertas decisiones que tomamos en la vida; como platillos que decidimos no probar, quitándonos oportunidad de saborearlos y disfrutarlos o de efectivamente darnos cuenta porque razones no son de nuestro agrado.
Todo esto aunque parezca que es hecho por diferentes razones - dependiendo la persona y su historia - generalmente tiene un factor denominador en común, y ese es: EL MIEDO. Si nos ponemos a analizar el porque nos decidimos a jugar a los adivinos del futuro, cambiando nuestro destino como si fuera una jugada de ajedrez nos daremos cuenta que lo hacemos por el temor a que nuestros sentimientos sean heridos. Una vez entendiendo que el miedo a sufrir una decepción o un dolor emocional es el principal motor de la teoría de "En el Peor de los Casos", nos podemos dar cuenta que gracias al afán de evadir dicho dolor que según nosotros eminentemente vendrá es que muchas veces truncamos momentos que pudieron ser lindos recuerdos o que en el peor de los casos - como el mismo nombre lo sugiere - nos hubieran dolido en su pero de los cuales habríamos sacado grandes lecciones de vida.
La vida es como una película; no puedes adelantarte tanto porque llegarás a un punto en el que habrás arruinado el final y ya nunca volverá a ser lo mismo. Tenemos que aprender a vivir intensamente y a aceptar lo que pase, siempre disfrutando lo positivo y aprendiendo de lo negativo, porque sólo de esta forma no habremos vivido en vano y cada momento difícil habrá sido con un fin; el volvernos mejores versiones de nosotros mismos.
Les deseo que su vida sea un buffet lleno de emociones y momentos memorables, y que ustedes sean esos degustadores ansiosos de devorar cada platillo que este les presenté; siempre recordando que habrá bocados que les dejará un buen sabor de boca y otros que desearas no haber probado pero te enseñarán a lo que eres alérgico o no afín.
xoxo
-F
Comentarios
Publicar un comentario